martes, 20 de agosto de 2013

Ella tiene poder

Y en este caso no es Barcelona..pero no anda muy lejos!
Muchas veces me quejo y me llego a obsesionar con la idea que yo no soy animal de costumbres, que odio la rutina, el más de lo mismo, " lo que toca" hacer. Si me tuviera que definir en tres palabras una de ellas sería inestable. Tampoco es ningún secreto para los que me conocen bien y sinceramente no estoy orgullosa de ello.
Me consta que hay muy pocas personas fieles a todo lo habitual, preferimos más salpimentar nuestra existencia según se nos presente la vida. Con ello también me refiero a cambiar continuamente de dentífrico, lavavajillas, operadora de telefonía, etc,.
Soy la primera que si debo desterrar mi perfume Loewe por un nuevo aroma que, además de ser infinitamente caro ( cosa que ya creía imposible ), es dulce pero atrevido y me resulta novedoso, adiós muy buenas! Puede resultar frívolo, como la propia y homenajeada RUTINA. Es lo que es, porque lo es y te acabas acostumbrando, así es ella.

Hace ya más de veinte años, que veraneo en el Pirineo de Lleida-Vall d'Arán. Concretamente siendo campista.
Mi padre estaba convencido que cuando me casara, antes lo normal era creer que un hijo/a pasaba por la vicaría casi como por rutina, dejaría de "subir a la montaña", y creo que algunas veces estaba de acuerdo con su teoría. Eso no quiere decir que la aprobase.
Todos los años, por Julio, ya fuera en remolque-tienda o en caravana, íbamos al mismo camping del mismo pueblo, del mismo Pirineo, y además no encontrábamos a los mismos campistas, las mismas avispas y el mismo gélido río.
Contábamos ya varios veranos como habituales allí, incluso entre los más jóvenes formamos una especie de grupo de amigos vacacionales, de éstos que se ven en verano y se cartean en invierno. Hay que tener en cuenta que en los noventa no existían los SMS ni se podía wasapear. Así qué con aquello había que conformarse.
Quizá fuera esa magia de las tardes de verano, en compañía de almas afines a tí, o puede que el destino, del que nadie conoce su paradero pero todos hablan, aún no lo sé, o vete tu a saber porqué, algo comenzó para no acabar jamás. Al menos eso creo!
De repente, esa costumbre nos encantaba, anhelábamos que llegase el momento, no podías dormir la noche anterior, te despertabas con los ojos como platos al primer campanazo de despertador, mariposas, cosquillas, dolor nervioso, y mucha alegría. Pues bien, todos estos sentimientos y sensaciones vuelven y vuelven a mí, de madurada y consciente forma, cada año, sin falta..y estoy aferrada a ellos y a dónde me van a llevar. Me hacen feliz. Nos hacen felices a mi chico y a mi.
Quedan pocos días para armar maletas, reunir cacharros de todo tipo y uso, que se vienen con nosotros de vacaciones. Nos alejamos un poco del camping en el crecimos los dos, sólo un poco, pero hemos decidido buscar un nuevo rincón donde corretear detrás de nuestro pequeñín, que sea muy verde y fresco.
Si en algo estamos de acuerdo los dos es en que aquel lugar es ideal y que unos cuantos días al año necesitamos ir. Es algo inamovible.
Allí nos espera la Vall d'Aran...nuestra queridísima Vielha!